09 julio 2006

Literatura - La Iliada (I)

De todos los temas con los que podría empezar el primer artículo no relacionado con la Fórmula 1, he decidido escoger el más grande posible, y así iniciarme con buen pie.
Voy a escribir sobre la historia más importante de nuestra cultura, la
narrada por el maestro de narradores: La Iliada (Ἰλιάς) del Poeta Homero.

Se suele decir que la base de la cultura europea es La Biblia y, a mi parecer, no es del todo cierto. No hay que
perder de vista que La Biblia es un libro genuinamente oriental, asiático, cargado de una espiritualidad que en Europa ha tenido una lectura propia. ¿Por qué?
Porque nuestra cultura se ha desarrollado con Las Escrituras interpretadas con las claves y valores propios de nuestra civilización, conte
nidos en La Iliada. Su composición supone, por tanto , el nacimiento auténtico de nuestra visión del mundo.
No es que simplemente considere este libro como el más importante; es que, personalmente, creo que las personas se pueden dividir en los lectores de La Iliada y los ignorantes, más allá del hecho de leer un libro, por todo lo que supone acercarse a él, lo que se piensa cuan
do se tiene entre las manos, y la plenitud de alcanzar su conclusión.

La historia que cuenta, la Guerra de Troya, es un episodio histórico muy conocido, del que sabemos todos los detalles: su causa, su preparación, el inicio, los vencedores, los caídos, la vuelta a casa (en algunos casos inacabable)...
¿Cómo puede sorprender leer algo así?

La maestría de la narración, que recoge una
tradición oral griega, es viva, emocionante, puesto que es un relato de guerra, un cuento cantado a la luz de las hogueras para emocionar a los ciudadanos con la gloria de sus antepasados. Por esa razón las descripciones de las batallas son crudas y apasionadas, absolutamente brillantes, y lo más emocionante de su contenido.

Con respecto al tema, Homero, contra lo que se pueda pensar en una aproximación de un profano, no cuenta ninguna de las historias más conocidas de la Guerra de Troya: el rapto de Helena, la muerte de Aquiles, el caballo de madera o el regreso de Ulises. Estos sucesos tan importantes se narran en una obra menor, nunca mejor dicho: la Pequeña Ilíada (Ἰλιὰς μικρά).
Sorprendentemente se refieren únicamente unos pocos días en el décimo añ
o del asedio de Ilión (nombre alternativo de Troya, del que toma título la historia), aunque resultarán muy intensos.
A riesgo de faltar a la grandeza de este libro, o de hacer un pequeño spoiler, voy a resumir el argumento, recordando que es casi una excusa: lo más importante serán los personajes, su dimensión moral, y el sobrecogedor realismo de las batallas.


Agamenón, comandante de los aqueos (griegos), se ve obligado por los dioses a devolver una joven tomada como botín de guerra. Decide entonces hacer un nuevo reparto y quedarse con la otra cautiva que había correspondido a Aquiles, el más poderoso de los guerreros, que en ese momento, herido en su orgullo decide abandonar la lucha.
Los teucros (troyanos) comienzan a desequilibrar la guerra a su favo
r, puesto que los dioses, divididos a favor de unos y otros, habían dotado a cada bando con una ventaja guerrera excepcional: las indestructibles murallas de Troya, construidas por Posidón y Apolo, y Aquiles, héroe invulnerable. Los aqueos se ven presionados al máximo y Patroclo, compañero de Aquiles, vuelve al combate que había abandonado por solidaridad con su amigo.
Héctor, el más poderoso y valiente héroe troyano, viendo cercano el final del interminable asedio, comienza a ser más osado en sus incursiones, acabando con varios de los principales guerreros aqueos, incluso llegando a matar a Patroclo. Lleno de ira por la muerte de su amigo, Aquiles vuelve a la lucha, buscando su venganza contra Héctor.
Finalmente, los mayores héroes de cada bando se enfrentan en un combate personal, resultando muerto Héctor; aunque no contento con matarle únicamente, Aquiles se tom
a su venganza deshonrando su cadaver, arrastrándolo con su carro alrededor de la muralla y entregándoselo a los perros para consumar la humillación.
Tras este enfrentamiento, el momento no sólo más importante de La Iliada, sino de toda la Guerra de Troya, se producen los funerales de Patroclo, durante los cuales los gue
rreros aqueos compiten en unos juegos. Tras ellos, el anciano Príamo, soberano de Ilión, se adentra en el campamento griego para rogar a Aquiles un funeral para Héctor, acorde con su honor y su valor, como único rival a la altura del aqueo, gracia que finalmente es concedida por el conmovido héroe.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas noches. Veo que tienes mucho que contar, la mayoría de los blogs que leo se actualizan con mucha menos frecuencia que el tuyo. ¿Has pensado alguna vez en dedicarte al periodismo?
Este post me ha parecido más asequible para dejarte mi primer comentario. Seguiré asomándome asiduamente a esta ventanita que nos has abierto y observaré el rumbo que toman tus crónicas.
Besos, hoy sin tormenta.

David dijo...

Gracias, Cristina.

¿Qué menos podía esperar? el primer comentario tenía que ser tuyo.
Quizá este pequeño esfuerzo suponga reducir nuestra comunicación personal.

Aún así ya sabes que siempre te tengo presente y, a la vez, te echo de menos.

Anónimo dijo...

Bueno, pues yo como Anonimus, creo q en este post sí comentaré algo, puesto q yo y la F1 no somos muy amigos.
Me gusta el tema elegido y me gusta La Iliada, aunque varias veces dejé el libro a medias por falta de tiempo. Seguiré intentando leerlo entero.
Saludos desde el Inframundo.

David dijo...

Potencia tu voluntad, vence a las circunstancias y sumérgete en La Iliada.
Serás recompensada con creces.