Localización de las Termópilas en Google Earth
Aunque la referencia original es Herodoto, historiador de la antigüedad, los expertos han revisado exhautivamente su relato, atribuyéndole ciertas exageraciones, propias de los ganadores, aunque sin restar valor a la épica batalla, que presenta unos datos y circunstancias que la hacen legendaria.
La Batalla de las Termópilas
Tras la derrota de Darío I de Persia en su intento de conquistar la Hélade, finalizado de forma humillante en la Batalla de Maratón (490 a.E.), cuando los persas tuvieron que huir asustados a sus naves nada más desembarcar, su hijo Jerjes I se propuso reemprender el proyecto de su padre.
El imperio persa, bajo el mando de los dos gobernantes, reunía más de cien naciones conformando el ejército más grande jamás visto, que "secaba los ríos, agotaba las cosechas y hacía temblar el suelo a su paso".
Jerjes envió a sus emisarios a Grecia buscando la sumisión del mayor número posible de ciudades, usando la fórmula tradicional de exigir tierra y agua, con lo que consiguió muchos hombres conocedores de la zona que incorporar a la tropa invasora, reduciendo a su vez el poder defensivo de la Hélade.
A pesar del miedo que inspiraban los persas las ciudades más importantes, como Atenas, se negaron a someterse a aquellos a los que años atrás habían derrotado.
Los más explícitos fueron los espartanos que, tras escuchar la exigencia de tierra y agua, arrojaron a los mensajeros a un pozo.
Ahí tenéis toda la tierra y agua que queráis.Después de cuatro años de preparación, en 481 antes de nuestra Era se inició la Segunda Guerra Médica.
El plan del emperador era movilizar a su populosa infantería por tierra, atravesando el Helesponto con un puente hecho de barcos, y aprovechar la fuerza naval para la logística y aprovisionamiento de un contigente tan enorme, estimado hoy día entre 250.000 y 400.000 hombres.
Los griegos se reunieron en Corinto para decidir cómo actuar ante la amenaza, enviando al encuentro de los persas un gran contigente al Valle de Tempe, a los que Jerjes evitó gracias a sus exploradores. Fue el momento en el que los helenos pensaron en las Termópilas.
El paso de las Puertas Calientes consistía en tres estrechos desfiladeros, con el mar al este y una montaña al oeste, tales que por el más ancho, estimado en 14 metros, apenas podían pasar dos carros. La historia antigua justifica que se enviara una pequeña fuerza para contener a los persas debido a fiestas religiosas, la Carneia, aunque en realidad un contigente reducido se ajustaba a la estrategia de defender un paso tan estrecho, dónde la superioridad numérica era algo inútil.
Sin embargo el riesgo era elevado, y se daba por hecho que sólo sería cuestión de tiempo que Jerjes lo atravesara; la mejor opción era pedir a Esparta que se encargase de las Termópilas y confiar en que la presencia del imponente Leónidas derrumbara la moral del ejército persa. Pero un guerrero como Leónidas sabía que se dirigía a la muerte, por lo que eligió a hombres de los que no dependiera una familia y se despidió de su mujer como un digno espartano:
Cásate con un buen hombre y ten muchos hijos.Trescientos hoplitas espartanos, infantería pesada armada con lanzas, a la cabeza de siete mil griegos, construyeron defensas rudimentarias en el paso y se prepararon para recibir a una fuerza que los sobrepasaba ampliamente en número, con guerreros legendarios, los temidos Inmortales, y expertos arqueros, a los que los espartanos consideraban cobardes que evitaban enfrentarse a su enemigo. De hecho la moral de los hoplitas estaba muy alta, y cuando escucharon que las flechas de los persas, poco efectivas contra su armadura, cubrirían el Sol y no dejarían ver el cielo, un soldado llamado Dienekes exclamó:
Mucho mejor, lucharemos a la sombra.Cuando Jerjes estuvo frente a las Termópilas, en Agosto de 480 a.E., sus exploradores le informaron de la fuerza que lo esperaba, y del comportamiento extraño de algunos de ellos, que se peinaban y perfumaban; cuando acudió a sus consejeros quedó asombrado con la explicación: esos hombres eran espartanos, tan dispuestos a luchar hasta el final que se preparaban para dejar un hermoso cadaver.
El emperador persa, impresionado, ofreció a Leónidas el trono de Grecia si se unía a él en su campaña; cuando el rey de Esparta mostró su rechazo Jerjes exigió en tono amenazador que entregaran sus armas y la contestación de Leónidas, histórica, significó el inicio de la batalla: