03 julio 2009

El Anaconda, Año Tres

Llegados a este punto, en el que El Anaconda se encuentra más cerca de su final que de su principio, llega el momento de hacer un poco de historia.

Hace unos cuantos años, los pocos que seguíamos esta locura de cuatro ruedas, tema principal de El Anaconda, vivíamos situaciones realmente peculiares, persiguiendo - eran otros tiempos - por parabólicas cedidas como favores poder ver a los héroes de antaño. Hacer comunidad en torno a la Fórmula 1 era algo natural.
Estas penurias en alemán venían precedidas por el maltrato de los asnos de la prensa española al Gran Circo, en el punto álgido del duelo Häkkinen-Schumacher.

Finalizadas aquellas circunstancias, cuando empezaba una etapa mejor (aunque menos de lo que podría llegar a ser), surgió
el blog, un nuevo método de comunicación y, con él, una idea.
En principio la propuesta era que fuera cosa de dos, los que nos convertimos en comentaristas obligados por la RTL y su tozuda negativa a dar la carrera en castellano, pero la respuesta inmediata para crear un equivalente escrito al dúo Fraile-Flores convirtió en un monólogo este proyecto.
La carga de trabajo se duplicaba, independientemente de las dimensiones, mientras que el ingenio esperado - la posibilidad de reproducir las risas que se dan durante un Gran Premio - se reducía a la mitad.

El blog naciente se iba a convertir, por tanto, en algo muy personal, así que era importante no perder el espíritu lúdico, divertido, por lo que en uno de los momentos más importantes surgió la oportunidad de sentar esta base: poner el nombre.
Los más viejos del lugar recordarán el Gran Premio de Mónaco en La 2, con los clásicos comentarios tan manidos de año en año que, durante la carrera ya que en aquellos tiempos no existían previos, se esperaba su aparición para ser recitados antes de que el televisor pudiera acabarlos: las dos mil pesetas que costaba un refresco en el Café París, el deslumbramiento al final del túnel, el hotel de Coulthard y, especialmente, los detalles acerca del último gran hombre de la F1, del más rebelde y pendenciero que jamás pisó la renovada Scudería, del Playboy en Paro.

El símbolo de toda la grandeza prepotente de la Fórmula 1 era Eddie Irvine, y la sola mención de su yate atracado durante el fin de semana invitaba a dejar volar la imaginación, la envidia y las ganas de criticar.
El conocimiento legado por Jesús Fraile acerca de este maravilloso barco fue el que derivó en una broma que muy pocos comprendieron a la primera: intentando compartir el glamour y ambiente festivo de esa embarcación llena de supermodelos, con grifos de los que sólo brota champagne, este blog fue bautizado El Anaconda.
Sólo Eddie podía tener la provocadora ocurrencia de doble sentido de llamar así a su barco, que hoy en día ofrece en alquiler como la mejor forma de visitar Mónaco.

The Quintessence of Corporate Hospitality

Todo acaba, y como terminó la leyenda de The Anaconda, del que puede disponer algún potentado aburrido y así ser ocupado por los seres más opuestos al espíritu del mítico Irvine, este cuarto año que empieza huele a despedida. La posibilidad de un campeonato alternativo a la Fórmula 1 clásica (prácticamente ha desaparecido de aquí nada que no tenga que ver con automovilismo) se presentaba como la excusa perfecta.
Esta opción ha cambiado - al menos de momento - pero es complicado que El Anaconda sobreviva después del fin de temporada.

La mecánica de comentar lo que pueda ocurrir - con la mayoría de los briefings de los circuitos ya escritos excepto Shanghai, para el que nunca tuve tiempo por la configuración de la gira asiática - y de analizar la carrera se han vuelto repetitivas pero, paradójicamente, más pesadas.
Escribir El Anaconda sigue siendo satisfactorio, pero ha dejado de ser divertido.

Con este presagio, no olvido que lo que queda por delante siempre es, como lo llamó Shakespeare por boca de Hamlet the undiscovered country, por lo que nunca se sabe qué puede pasar.
Sólo me queda agradecer la atención de los que me leen, sus felicitaciones, y muy especialmente a Il Venturetto y J.Arce, que siempre tienen una mención para estas larguísimas entradas.

Desde la proa gracias, espero que os divirtais y, como dice la sabiduría urbana: disfrutad mientras dure.

6 comentarios:

Il Venturetto dijo...

En estas últimas carreras en las que es más interesante ver el monitor de tiempos que los coches rodando por la pista, siempre eres capaz de contar cosas que no hemos visto y, además, hacernos ver que las carreras eran mejores de lo que pensábamos.

Nada me gustaría menos que cumplieras tus palabras y nos abandonaras definitivamente, y mira que lo digo yo, que estoy más desmotivado que un náufrago en el polo norte. Cada resúmen tuyo es una obra de arte digna de leer y, sobre todo, digno de guardar.

Por cierto, tu sobrina está cada día más guapa. Me gustaría verla cuando cumpla los 4 :)

J. ARCE dijo...

Como soy un vago con poca imaginación sibscribiré lo dicho por Ventura. En cuanto a desmotivación creo que estamos todos más o menos en el mismo punto y últimamente sólo lo político anima un poco el cotarro. Ánimo que todo lo que baja sube y además engancha.

Hiarbas dijo...

Animo David.

Yo tambien estoy de capa caida. Ademas, el calor de verano y las terrazas, poco favorecen a sentarse delante del portatil.

Lo mejor es ver la temporada como algo pasajero, transitorio, desde la verdadera lejania del espectador y esperar tiempos mejores, que a buen seguro que llegaran.

Pero por favor,encuentre la manera de no dejar de escribir, porque en ese caso temo que El Anaconda se sumerga en el fondo del mar, y esa es una perdida, que los blogueros no podemos permitir.

Atentamente, un seguidor.

David dijo...

No es la temporada, Hiarbas, es sencillamente un fin de ciclo: la F1 me divierte tanto como antes, hacer El Anaconda ya no.

Prefiero hacer algo bueno y cerrarlo que bajar mi exigencia a la hora de escribir.

Leonov dijo...

Entiendo lo que dices. Yo abrí un foro de Islandia que ha funcionado a las mil maravillas pero últimamente me pasa lo mismo que a tí, ya no me divierte escribir con maneras más simples que antes.

Todo nace y todo muere.

En cualquier caso, agradecer el enorme esfuerzo, enorme de verdad, de plasmar por escrito tus imágenes de la historia de la F1, así como analizar cada fin de semana de carreras.

Gracias.

Un saludo fuerte.

Raúl.
Valencia, España.

David dijo...

Gracias Leonov; sólo a quién le pasa entiende lo que ocurre.
Cuando el entusiasmo se va sólo queda la parte dura.