29 enero 2007

Jacques Villeneuve

El Campeonato del Mundo de Fórmula 1 de 2006 ha estado marcado por la despedida de Michael Schumacher, lo que ha provocado que pasara desapercibido el adiós de otro piloto histórico del Gran Circo.
No todas las temporadas dos Campeones del Mundo abandonan la competición, y menos aún si son dos hombres excepcionales y carismáticos.
Un piloto de la vieja escuela, el hijo de una leyenda, un antihéroe que después de varias espantás, como los grandes toreros, ha decidido dejar para siempre la Fórmula 1: Jacques Villeneuve.

Alcanzar la élite del automovilismo es una tarea heroica, muy compleja, que requiere suerte, talento y eficiacia; y una vez se está compitiendo con los mejores la exigencia es máxima. En el caso de Jacques su ascendencia eleva las espectativas: no es sencillo ser hijo de un símbolo de la competitividad y la habilidad como Gilles Villeneuve; a pesar de todos sus éxitos, decir Villeneuve es recordar los duelos de Gilles contra René Arnoux.
Pero Jacques ha brillado con luz propia protagonizando uno de los comienzos más prometedores y exitosos de la historia del automovilismo, respaldando con resultados y títulos su habilidad.
Es uno de los tres pilotos que han conseguido ganar la CART, las 500 Millas de Indianápolis y el Campeonato del Mundo de Fórmula 1, ese título que nunca llegó a conseguir su padre, muerto en accidente en competición cuando su hijo tenía 11 años, durante la clasificación del Gran Premio de Bélgica.



Jacques se inició en campeonatos menores norteamericanos, consiguiendo triunfos desde su primera temporada lo que le alzó, más que su apellido, a la CART. En 1995 consiguió una victoria memorable en las 500 Millas de Indianápolis, en su segunda temporada, lo que le otorgó ventaja suficiente como para conseguir el título.
Frank Williams no dejó escapar a este talento probado, y un año después Jacques pilotaba para su escudería.

Su debut en la Fórmula 1 fue espectacular, con las mejores marcas conseguidas por un novato en la historia del Gran Circo.
En su primera carrera consiguió la pole position y terminó en el podio, una hazaña sólo igualada en una ocasión; un problema mecánico lo que le apartó de la victoria en un Gran Premio que lideraba. Esa temporada Villeneuve consiguió cuatro victorias y once podios.
En 1997, con 7 victorias y 10 poles, Jacques Villeneuve se proclamaba Campeón del Mundo de Fórmula 1 con Williams, tras el infame Gran Premio de Europa en Jerez, en el que Michael Schumacher provocó un accidente para sacarlo de pista, por el que fue descalificado.
Su imparable carrera tomaba tintes épicos, superaba la sombra de Gilles para convertirse en algo más grande; pero el éxito pasó factura a piloto y escudería. Renault dejó de suministrar motores a Williams y un Villeneuve cada vez más crecido, justificadamente, abandonó la escudería tras una mala temporada, muy por debajo de lo esperado para el defensor del título.
El abrupto declive de Jacques comenzó inmediatamente tras ganar el Campeonato del Mundo.



Villeneuve y Schumacher
Estoril 1996


El orgullo de Villeneuve lo llevó a financiar parcialmente el nacimiento de BAR, escudería de la que, lógicamente, se convirtió en primer piloto.
El habilidoso competidor, el joven prodigio, se creyó capaz de todo y acabó convertido en un niño rico dueño de su propio equipo; el talento de Villeneuve se desperdició en BAR, con unos monoplazas de muy bajo rendimiento y poco fiables. Durante cinco temporadas, a pesar de la mejora producida por la entrada de Honda en la escudería, Jaques consiguió únicamente un tercer puesto, aumentando año a año las críticas al no justificar su altísimo sueldo con resultados cada vez peores. La calidad mostrada en otro tiempo parecía haber desaparecido y su título era una anécdota, ensombrecida por la descalificación de Schumacher. Sus compañeros, como el novato Jenson Button, superaban al primer piloto, por lo que tras la restructuración realizada por Honda, que sacó de la dirección a su manager, Craig Pollock, el fundador abandonó forzosamente su equipo.
Irónicamente un año después el monoplaza de Honda se convertía en uno de los más competitivos, aumentando espectacularmente su rendimiento.



Villeneuve y R. Schumacher
Australia, 2001


Cuando parecía que el destino de Jacques Villeneuve, el campeón venido a menos, era una retirada definitiva, Flavio Briatore le concedió una nueva oportunidad, apostando por su experiencia para suplir a Jarno Trulli en el final de temporada; y aunque no continuó en Renault al año siguiente, el estado de forma demostrado valió para fichar por Sauber, que más tarde se convertiría en BMW.

Entre 1999 y 2004 he experimentado personalmente las dificultades y complejidades que supone la puesta a punto de un nuevo equipo. Pero nunca me ha asustado un desafío.

En 2006, a pesar de que sus resultados eran más sólidos gracias a la creciente calidad de BMW, tras un accidente en Hockenheim y a la vista del talento de su suplente, Robert Kubica, Jacques decidió permanecer apartado de las pistas, asegurando al final de la temporada que nunca volvería a la Fórmula 1.

Jacques Villeneuve deja el Gran Circo después de once años de competición, tras haber conseguido un Campeonato del Mundo, 11 Grandes Premios y 13 Pole Positions.

La despedida de este piloto hace desaparecer prácticamente a todos los representantes de la vieja escuela, todos esos hombres que daban glamour a este deporte: alejados de la actual imagen de atletas eran playboys fanfarrones compitiendo en sus coches caros, peleando por dar las mejores fiestas y, por supuesto, deslumbrando en la pista.
El carisma de Villeneuve está a la altura del que tienen David Coulthard o Eddie Irvine.




Villeneuve, Eau Rouge
Spa-Francorchamps, 1999

Jacques resulta atípico por muchos motivos, aunque el más llamativo es una deficiencia visual congénita que le obliga a usar gafas; en un mundo de eficacia y perfección no esconde este defecto, como hiciera su padre, y compite con esta desventaja sensorial, que le obliga a cambiar las referencias de frenado y reducir la velocidad punta.
Su irregular carrera también resulta llamativa, a medio camino entre el deslumbrante campeón y la eterna promesa; el éxito llegó muy pronto a Villeneuve, tan rápidamente como se desdibujaron sus dotes: el hijo de un padre legendario que parecía destinado a superarle y finalmente acabó compitiendo en mitad de la parrilla con un Campeonato del Mundo.

Su vida fuera de los circuitos siempre ha sido muy activa.
Jacques, como tantos otros pilotos, ha protagonizado varios anuncios; y la experiencia adquirida resultó más que suficiente para llegar, como de costumbre, un poco más allá, apareciendo en la película Driven. El mundo del cine sedujo al piloto, volcado en la producción de Villeneuve, una película sobre la vida de Gilles desde el punto de vista de su hijo. No es el único campo artístico por el que se ha interesado Jacques, que ha publicado dos libros acerca de su experiencia en la competición: Winning in Style y My First Season in Formula 1.
Además es propietario de
Newtown, un restaurante y club nocturno en Montreal, traducción directa de su apellido.



Sin embargo lo que ha fascinado realmente a Villeneuve es la música.
Desde que este adicto declarado de los videojuegos iniciara una relación con la cantante Dannii Minogue, hermana de Kylie, con la llegó a preparar boda, se ha ha ido introduciendo cada vez más en el mundo de la canción. Jacques se volcó en su afición y gracias a Dannii conoció el interior de la industria; tras años de esfuerzo, compaginando su vocación artística con la competición, pudo hacer llegar su voz y canciones al gran público.
En 2006 Villeneuve publicaba su primer single, Accepterais-tu?, que fue presentado con una actuación en directo en Newtown, su debut oficial, aprovechando como promoción el Gran Premio de Canadá celebrado en el autódromo dedicado a su padre, el Circuit Gilles Villeneuve. Este tema, anticipo del disco, es una petición de matrimonio y es, en cierta medida autobiográfico, ya que fue compuesto cuando Jacques se disponía a casarse con Johanna Martinez, la madre de su hijo Jules.
Villeneuve aprovecha los recursos de la red para promocionarse musicalmente, como muchos otros novatos, y expresarse artísticamente; este hombre sin ídolos, inquieto, publica
en su weblog sus opiniones acerca de libros, canciones y películas.



En la actualidad Jacques vive en Mónaco junto a su familia; desde El Anaconda le deseamos grandes éxitos en su nueva faceta, y esperamos que continúe la saga de estos carismáticos genios cortos de vista con Jules Villeneuve.


El Gran Circo necesita el glamour de competidores que en realidad son artistas.

Mi meta no es ser un piloto de carreras. La razón por la que compito es que me encanta estar en el coche y vivir al límite.

06 enero 2007

Música - Otherside

La publicación de Californication a finales de los noventa supuso el relanzamiento de un grupo que siempre estuvo ahí, como una de las principales referencias de la década, Red Hot Chili Peppers.

El disco alcanzó una popularidad que superó de forma inesperada la conseguida en 1991 por Blood, Sugar, Sex, Magik, el álbum que lanzó a la fama al grupo con temas memorables como Give It Away y Under The Bridge. Ocho años después, con la vuelta del guitarrista John Frusciante, la misma formación repetía el éxito con Californication, que logró tener un enorme alcance gracias a su calidad; cuatro singles se convirtieron en símbolos de la banda: Around The World, Scar Tissue, Californication y Otherside.
En 1999 Red Hot Chili Peppers alcanzaban su madurez, con la completa rehabilitación de Anthony Kiedis y del recuperado Frusciante, consiguiendo conquistar con su rock alternativo al gran público.

De entre los temas hay uno que destaca especialmente por su tono oscuro y un vídeo cercano al expresionismo alemán; la estética de Otherside, inspirada en El Gabinete del Doctor Caligari, sorprende e impacta, acompañando perfectamente la canción; el ambiente gótico resalta la tristeza que envuelve la voz de Kiedis, lenta y amarga, y el estilo, en los decorados, en los personajes, cercano al cómic, transmite la idea de sueño profundo, de visión onírica.
La temática está íntimamente ligada a la puesta en escena.

Otherside trata sobre los conflictos internos, los fantasmas y demonios personales.
El punto de partida de su composición es una experiencia compartida por algunos miembros de la banda: la lucha por desengancharse de la droga, el combate contra la adicción, que únicamente se puede llevar a cabo solo. Ese trance intenso es la mayor representación de la pelea contra uno mismo, por lo que simboliza todos esos enfrentamientos interiores, el deseo de un hombre contra su voluntad, su dependencia contra su libertad.
En esta visión onírica Red Hot Chili Peppers, mientras actúan en una ciudad fantasmal que les sirve de instrumento, contemplan una sombra rebelde, de la que su propietario intenta huír a través de un mundo simbólico.

Sin embargo, la razón de que entre todas las grandes canciones del grupo sea esta la que aparece en El Anaconda es muy personal y anécdotica.
Elena, prima mía, me señaló una curiosa presencia en el video, en la que nunca había reparado y que ha sido confirmada por diferentes personas. Es una extravagancia sorprendente, especialmente evidente a partir de 3:20, relacionada con este autor.



¿Durante cuánto?¿Durante cuánto podré resbalar?
Dividir mi bando no creo, no creo que sea malo
Abrir mi garganta nunca es suficiente

Oí tu voz a través de una fotografía
Imaginé que rompía el pasado
Las cosas más extrañas no cambiarán mis pensamientos
Debo aceptarlo en el otro lado, aceptarlo, aceptarlo

Vertí mi vida en un vaso de papel
El cenicero está lleno y derramo mis entrañas
Ella quiere saber si todavía soy una zorra
Debo aceptarlo en el otro lado

Estrella desvergonzada, y está en mi cama
Una candidata para sangrar como mi alma gemela
Aprieta el gatillo y tira del hilo
Debo aceptarlo en el otro lado, aceptarlo, aceptarlo

Ponme en marcha para un viaje duro
Hazme arder y déjame en el otro lado
Grito y digo que esto no es mi amigo
Lo derribo, lo derribo, y entonces vuelve a nacer

¿Durante cuánto seguiré pensando que no es malo?
Abrir mi garganta nunca es suficiente

Dedicado a Elena, despierta observadora de otras realidades.