La palabra clave de la temporada ha sido imprevisible.
Este año lo extraño ha sido lo habitual, y rara ha sido la carrera sin cambios bruscos de tiempo, errores incomprensibles o incidentes de todo tipo - elevados de categoría al ser protagonizados por los equipos más importantes, siendo más propios del desahuciado Takuma Sato.
De hecho la desaparición del equipo Super Aguri durante la competición es una buena demostración de la locura que ha caracterizado al Gran Circo.
Victoria - Definitivamente Ron Dennis ha encontrado en Lewis Hamilton a su hombre después de un largo proceso, y el equipo se ha puesto a la altura.
El MP4-23 ha tenido un arranque lento, un poco por detrás de Ferrari, pero con la sucesión de Grandes Premios ha alcanzado su nivel máximo, aportando a Hamilton la fiabilidad y regularidad fundamental para explotar su enorme talento. McLaren al completo ha trabajado al máximo de su rendimiento, con la llamativa excepción de Heikki Kovalainen, como el líder, como una máquina infalible; la gran prueba de la profesionalidad que ha apoyado a Hamilton desde el pitwall es la última comunicación de Martin Whitmarsh en Interlagos, sus nervios de acero al interpretar los tiempos y atar el título, indicándole que manteniendo el ritmo conseguiría los puntos suficientes.
Lewis simplemente ha sido el mejor piloto, ha asombrado con su habilidad, y lejos de apreciaciones subjetivas sus números son impactantes: segunda temporada, primer Campeonato del Mundo. Dos circuitos han sido la clave para certificar quién merecía el título: el emocionante final de Spa-Francorchamps, la disputadísima victoria sustraída por la FIA, dió la medida de la ambición de gran campeón con intenciones de leyenda; pero dónde realmente ganó el título fue en Monza, en una increíble remontada de 8 posiciones bajo la lluvia - en la que destacó el adelantamiento al poseedor del número 1 - que le supuso dos puntos fundamentales, afrontando con ganas un error que podría haberle hundido.
Ocho años después, Lewis Hamilton es el digno sucesor de Mika Häkkinen devolviendo la gloria a la estrella de tres puntas.
Novedades - Contra lo habitual, los cambios en el reglamento han cumplido su objetivo: las temidas restricciones mecánicas, ampliadas a las cajas de cambio para cuatro carreras, han contribuído a crear monoplazas con una altísima fiabilidad; y el remozado formato de clasificación ha eliminado prácticamente los tiempos muertos.
No se puede decir lo mismo de los nuevos circuitos: Valencia es un nuevo Hungaroring, un Mónaco sin clase, y de Singapur lo mejor que se puede decir es que es curioso ... basándo su atractivo en la nocturnidad y el evidente parecido con Neo-Tokyo.
Decepción - Es tentador pensar, al plantear que el mayor fracaso ha sido el de un novato que no ha cubierto las expectativas, que se trata de Nelsinho Piquet; pero hay un recién ascendido que ha encarnado la caída de un equipo.
Stefano Domenicali es un hombre de la casa para Ferrari, al que claramente le ha venido grande su puesto de director. La Scudería ha fallado en prácticamente todas sus divisiones, pero los errores desde el muro, como su responsabilidad sobre todos los demás, le convierten en el miembro más vilipendiado del Gran Circo.
El desarrollo de un coche tan fácilmente influenciable por el clima o algunos pit stops lamentables son problemas con los que debía lidiar y no ha podido; organizar a los mecánicos en las rutinas, controlar a un piloto completamente desmotivado como Räikkönen y trabajar la conducción en mojado de Massa sí eran funciones directas de Domenicali, que ni siquiera pudo cumplir con la básica: diseñar las estrategias.
La imagen de Ferrari en 2008 ha sido la de los siete enanitos cargados con la manguera por el pit lane de Singapur.
Futuro - Cuando en 2006 marcó el mejor tiempo en entrenamientos libres algunos pensaron: "este chaval algún día correrá en Fórmula 1".
Cuando en 2007 puntuó en su primera carrera bastantes pensaron: "este muchacho algún día ganará un Gran Premio".
Cuando en 2008 consiguió su primera victoria muchos pensaron: "este joven genio algún día será Campeón del Mundo".
Unos pocos descubrieron esto desde el principio, cuando un portento de 19 años se convirtió su aspecto de niño en el centro de atención del Gran Circo, colocando un Viernes a un BMW Sauber de la época por delante de todos los demás en su segunda participación como piloto probador. Uno de los tipos más listos de este negocio, Mario Theissen, había olido su talento, pero lo dejó escapar; que este sea el primer paso para su vuelta, o para alcanzar destinos más grandes, porque de haber tenido BMW más trasfondo histórico podría haber vivido una situación a la de Hamilton, y ambos podrían estar ofreciendo duelos legendarios que ojalá se den pronto.
El límite del niño prodigio está por descubrir, y de momento se ha convertido en el propietario de las marcas de precocidad sobre un Toro Rosso, equipo al que ha agradecido el mayor salto tecnológico de la temporada, la incorporación del STR3 en el Gran Premio de Mónaco, logrando más puntos que los dos pilotos del equipo oficial juntos; consagrado Vettel, la gran revelación de la temporada es, de hecho, el nuevo monoplaza.
Dudas - ¿El brillante final de temporada de Renault es un signo de progreso o una hipoteca de la próxima temporada?. ¿La victoria de Robert Kubica alterará el Meisterplan de Theissen y el F1.09 peleará por el Campeonato del Mundo?. ¿Saldrá Honda algún día del bache cada vez más profundo tecnología- patrocinadores?. ¿El notable comportamiento del Toyota en la segunda mitad de la temporada marca por fin el retorno de la enorme inversión?.
Despedida - Después de 15 años y 247 Grandes Premios se retira uno de los clásicos, un piloto de la vieja escuela, El Superhéroe David Coulthard.
En una temporada en la que se han dedicado a sacarle de la pista el mejor resultado de Red Bull ha sido suyo, un tercer puesto en Montreal, dónde supo aprovechar la mala relación de la Fórmula 1 con los semáforos (aunque en esta ocasión Ferrari fue víctima de Hamilton). Con muy poca presión, David se ha dedicado a disfrutar, saboreando sus últimos días de gloria en un Gran Circo que se vuelve a parecer un poco más a aquel en el que entró.
A la desaparición por problemas económicos de Super Aguri, sacando de la competición a El Huracán, se podría unir, precisamente, la del Gran Premio de Canadá, lo que sería una malísima noticia.
La carrera - El Gran Premio de Bélgica, como no podía ser de otra forma, ha sido la pista principal, el centro del espectáculo.
Un final cómo el de Spa-Francorcamps parece sacado de otra época - salvando las distancias recordaba al duelo Villeneuve-Arnoux - Hamilton tuvo que reponerse de un error, disciplina en la que es uno de los mejores, y necesito lluvia casi en el final de la carrera para cazar a Räikkönen; pocos momentos han sido más emocionantes que ver a Lewis volando, levantando una nube de agua, y a Kimi defendiéndose sobre los límites de la pista. Parecía que sólo existían los dos, que competían en otra categoría distinta, inalcanzable para todos los demás.
La aportación de esta carrera histórica, de las que hacen aficion, al Gran Circo ha sido enorme - y en última instancia dejó ver el infame trato habitual de la FIA de Mosley hacia McLaren - y a pesar del resultado oficial ha sido el paso decisivo de Hamilton, y la confirmación de que algo está cambiando en Fórmula 1.
Ciento cincuenta entradas atrás empezó esta travesía por el mayor espectáculo del mundo, y por tercera vez El Anaconda cierra una temporada del Campeonato del Mundo de Fórmula 1.
A pesar del horror vacui y la pereza de toda una tarde de Domingo recopilando información y escribiendo un análisis, me he divertido mucho esta temporada y me he sentido justamente recompensado con la incorporación de nuevos lectores y con el reconocimiento de la intensidad de este trabajo por parte de todos.
Muchas gracias por vuestro interés, El Anaconda se prepara para narrar la próxima temporada.
Atracamos en la Côte d'Azur.
Feliz Navidad
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“Sagrada Familia del pajarito”
Bartolomé Esteban Murillo (1617 - 1682)
Feliz Navidad a todos.